¿Te has sentido con cargo de conciencia después de haberte comido esa caja de bombones de chocolate o el pote de helado, o después de terminar una relación, o al final de un día lleno de complicaciones que no pudiste resolver? ¿Te has levantado de noche para comer y luego has sentido a la culpa golpeando tu puerta?
O bien, ¿recuerdas aquel día en que debiste haber ido al gimnasio y no fuiste? ¿O cuando prometiste pasar más tiempo con tus hijos y no lo hiciste? ¿O aquél familiar a quien le prometiste visitarle, pero no fuiste, y ahora murió? ¿Cómo resuelves el cargo de conciencia a causa de situaciones como las que acabamos de mencionar? Bueno, no queremos asustarte recordando cosas que muchas veces están enterradas en el pasado, pero queremos ayudarte a lidiar con ellas, pues, la mayoría de las veces, son esas cosas del pasado las que afectan la vida presente.
Se dice que tres hombres muy fuertes, competidores entre sí, conversaban sobre el mayor peso que cada uno podía cargar. Uno de ellos afirmó que hasta ese momento, el mayor peso que podía cargar era 180 kg; el tercero miró a los otros dos con aire de desolación, y dijo: «El mayor peso que llevo todos los días es mi conciencia».
¿QUÉ ES LA CULPA?
Muchas veces nos sentimos culpables o temerosos de hacer algo, y ni siquiera entendemos por qué. Recuerdo que sólo al final de mi adolescencia pude comprender las razones de mi dificultad al abrir un armario, la puerta de un coche o la refrigeradora de alguien que no fuera muy familiar para mí. Sólo me atrevía a hacer eso cuando insistían en que lo hiciera.
Quien aclaró mi «enigma» fue una tía que explicó que, cuando era niño, yo solía mover los objetos de los demás cuando iba a pasear con mi madre. Un día, fui disciplinado por ella con una tierna palmada en mis manos, mientras decía: «¡Deja de mover las cosas de los demás, niño!» Aprendí años más tarde de dónde venía mi sentimiento de culpa y la sensación que me producía al abrir un armario o una gaveta. Estoy seguro de que mi madre actuó correctamente al corregirme. Creo, sin embargo, que faltó una explicación mejor sobre la costumbre que tenía de mover las cosas de los demás.
Esto ejemplifica el hecho de que a menudo la culpa es un sentimiento de indignidad personal que no siempre está relacionado con un recuerdo consciente de determinado hecho de nuestra historia. Nos sentimos culpables, pero no sabemos por qué.
7 CONSEJOS PARA VIVIR MEJOR
1 – Reconozca sus errores – ese es un primer e importante paso. Los errores forman parte de la vida de todas las personas. No nos gusta equivocarnos, pero los errores, normalmente, nos ayudan a madurar haciéndonos personas más sensibles y menos juzgadoras.
2 – Sea responsable de sus actos – Algunos dicen: «Yo soy de esa forma por causa de mis padres» o «el problema fue por las compañías que tuve». Recuerde: es importante analizar cómo nos convertimos en la persona que somos. Sin embargo, no podemos justificar nuestras actitudes buscando a otros culpables.
3 – Procure ver el lado bueno del sentimiento de culpa – Un grado equilibrado de culpa puede ayudarnos a evaluar nuestra manera de vivir y de tratar a las otras personas. Puede ayudarnos, incluso, a vivir mejor. ¿Recuerda la culpa que surge después de comer un montón de «tonterías»? Una culpa equilibrada puede ayudarnos a tener una alimentación más adecuada.
4 – Procure revertir la situación – Si es posible, vaya a hablar con la persona que usted trató mal o lastimó, confiese su error y pida disculpas. Por ejemplo, si usted mintió sobre alguien, vaya adonde esas personas y desmienta ese hecho. Intentar reparar un error es una actitud que nos deja más libres, haciéndonos personas mejores.
5 – Cuidado con la perfección – No establezcas estándares demasiado altos para ti mismo. Recuerda que las cargas excesivas y la búsqueda enfermiza por la perfección pueden llevar a la frustración. En muchas situaciones ya no es posible reparar un error.
6 – Busca ayuda – Considera buscar un terapeuta o consejero si no puedes superar la culpa por ti mismo. A veces atribuimos un valor exagerado a un error cometido. Alguien que ve la situación con otros ojos puede orientarnos mucho mejor. Recuerda: «Alegría compartida es alegría doblada. La tristeza compartida es media tristeza.”
7 – Investigaciones demuestran que la vivencia de la espiritualidad y la práctica de la oración, donde se pide perdón a Dios, tienen la capacidad de aliviar una conciencia atormentada. Es fundamental perdonar a los demás y perdonarse a sí mismo, intentar olvidar los errores del pasado y aprender de ellos. Revivir o remover el pasado puede ser positivo si es para analizar las experiencias vividas, procurando convertirse en un ser humano mejor.
Uno de los primeros pasos para resolver las culpas es hacer un análisis de nuestra vida. En muchas ocasiones, el sentimiento de culpa está relacionado con hechos de un pasado distante o no tan distante, que nunca fueron compartidos con alguien por miedo o vergüenza. Por eso siempre insistimos en el análisis y la conversación. Si tienes algún secreto que te trae sufrimiento, busca a alguien que sepa escuchar sin hacer juicios y que sepa dar el apoyo necesario para liberarte. No siempre valoramos la ayuda que viene de lo ALTO. Dios es Aquél que, por excelencia, puede hacer ese trabajo de aliviar nuestras «cargas» del peso de la culpa.
Extracto de artículo escrito por Adelar Munieweg – Teólogo / para Vivenciar.net
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