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Foto del escritorCristo para Todas Las Naciones

Siempre es Mejor Vivir



Según la Organización Mundial de la Salud, más de 804,000 personas mueren cada año por suicidio, una persona cada 40 segundos y es la causa principal de muerte entre personas de 15 a 29 años de edad. Hay indicios de que, por cada adulto que se suicidó, posiblemente más de otros 20 intentaron suicidarse. (OMS, 2014). Esta triste realidad ha llevado a considerar el suicidio como uno de los grandes problemas de salud pública a nivel mundial.


El suicidio puede tocar a toda clase de personas, sin distinción de raza, credo o nivel social. Ello, nos permite ver, que detrás de este lamentable hecho, existen personas que cometen un acto de suicidio en su deseo de terminar con el dolor y la angustia, que sienten ante problemas que aparentan no tener solución. En ese momento no pueden reconocer que el suicidio es una solución permanente ante un problema temporal.



Cuando se pierde el deseo de la vida


Algunas personas, ante las difíciles situaciones que les toca vivir se sienten desesperadas y con un gran agobio emocional que llegan a pensar en el suicidio como una salida. En ciertas situaciones como enfermedades incurables o muy dolorosas, la falta de afecto, problemas que traen una sobrecarga de tensiones como, por ejemplo: el divorcio, la pérdida de empleo, adicciones a drogas, pérdida de seres queridos o en los estados depresivos graves y trastornos mentales puede aparecer la ideación suicida.


Cuando las cosas andan mal y las personas carecen de una mano amiga pueden perder la esperanza de poder salir adelante, pensando que a nadie le importa lo que les sucede. Al no contar con el afecto sincero de otros, en especial de su familia; en algunos casos pueden perder el deseo de vivir porque les aterra la idea de continuar solos y sin apoyo.


No existe una vida sin problemas. Aun cuando nos parece ilógico, la adversidad y la frustración son oportunidades de madurez y crecimiento. Las dificultades en la vida pueden servir para la reflexión y la evaluación, pues nos obligan a pensar en alternativas para lograr cambios favorables, madurar y ser responsables con nuestras vidas.


En este camino que es la vida siempre hay algo que aprender y que nos da la oportunidad de cambiar de dirección, reconociendo que como seres humanos podemos fallar y cometer errores, pero al aprender de ellos, vamos a estar más dispuestos a tomar riesgos y a caminar con más confianza a través de las adversidades de la vida.



Enfrentando...


Vivir encerrado en sí mismo, sumergido en los problemas y la desesperación sin contarle a nadie las situaciones que le agobian, puede crear una bomba de tiempo en la persona quien al no encontrar alternativas podría pensar en quitarse la vida. Son esos momentos de duda y de lucha interior en los que es bueno contarle a un amigo o a alguien en quien pueda confiar, sus pensamientos y sentimientos, aunque creas que quizás la otra persona no los entienda totalmente.


También, puedes hablar con un consejero cristiano, pastor o sacerdote que siempre estará dispuesto a escucharte. Busca ayuda antes que surjan los sentimientos de desespero y las ideas de cometer el acto de suicidio. Recuerda que todos tenemos problemas, pero el hecho de cargar la cruz en soledad, sin tener en quien confiar, puede hacer la carga más pesada. En esta vida nos necesitamos los unos a los otros; precisamos aprender a pedir ayuda cuando sentimos que no podemos seguir adelante con nuestras propias fuerzas.

Toma en cuenta que cuando aparece la ideación suicida es necesario buscar ayuda especializada inmediata y procura no quedarte solo para evitar caer en el desaliento y la desesperación. Ten presente que no es señal de debilidad acudir a un psicólogo o psiquiatra; más bien te estás demostrando a ti mismo que tienes el valor de admitir que necesitas ayuda, y que quieres mejorar tu estado de salud mental.


Siempre es mejor vivir, aunque a menudo se hace muy difícil. Dios, el creador y sustentador de toda vida nos promete las fuerzas y la sabiduría para superar las pruebas. La vida tiene sus tormentas y todos las experimentamos. Algunas veces recobramos fuerzas y seguimos adelante, otras veces nos resignamos, imaginando que Dios nos ha abandonado. A veces llegamos a preguntarnos: ¿Por qué a mí? ¿Qué he hecho yo para merecer esto? ¿Dónde está Dios cuando más lo necesito? Y al pensar que Dios está lejos, desinteresado o castigándonos por algún mal que hemos cometido, optamos por buscar soluciones radicales mediante nuestras propias manos. Lo que menos imaginamos es que en medio del problema, Dios está presente ofreciéndonos su brazo fuerte.


El mayor anhelo de Dios es que tengamos una vida de paz y crecimiento. Así como el permite que nos vengan dificultades, nunca deja de darnos la fuerza que necesitamos para superarlas. "Ustedes no han pasado por ninguna prueba que no sea humanamente soportable. Y pueden ustedes confiar en Dios, que no les dejará sufrir pruebas más duras de lo que pueden soportar. Por el contrario, cuando llegue la prueba, Dios les dará también la manera de salir de ella, para que puedan soportarla".


Aunque confiemos en Dios, los problemas no se acabarán. Los problemas siguen, pero contamos con su ayuda para superarlos. Dios atiende nuestro miedo, angustia, depresión o apatía; se preocupa por el que llora, el que siente dolor, frustración o desesperación. Y ese consuelo nos anima a seguir viviendo.


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Extracto del folleto Siempre es mejor vivir (compendio de los folletos Ante la idea del sucidio [CPTLN], y Siempre es mejor vivir [CPTLN Argentina].

 

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